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FELICIDAD, QUÉ NOMBRE TAN BONITO

20.02.2024

La felicidad es una emoción que se produce cuando crees haber alcanzado una meta deseada, pero al final, la felicidad no depende de las cosas que tenemos, sino de lo que somos.

Creemos que la felicidad es un estado que se mantiene cuando se alcanza, pero como cualquier emoción, tiene una curva de subida, un punto álgido y una curva descendiente. "Seré feliz cuando…" es el pensamiento más extendido a día de hoy. ¿Pero y si empezamos a ver la felicidad como un continuo donde ya estamos?

Os invito a pensar en la felicidad como una escalera de caracol, sin principio ni final. Siempre estamos dentro de esta escalera, pero a veces estamos unos peldaños más arriba y otras veces unos más abajo, aunque siempre, siempre, siempre estamos dentro de esta escalera llamada felicidad.

No damos gracias por tener agua corriente cada día los 365 días del año durante las 24 horas del día, ni gracias por ver el sol, ni gracias por los climatizadores, sino que ahora dentro del coche tenemos climatizador para el conductor y para los acompañantes, como si tener el mismo aire no supusiera un confort. Y si lo miramos desde la perspectiva de la escalera, ¿no es el agua o el sol o un abrazo o la calma y la paz, felicidad?

Siempre hemos oído que "el dinero no da la felicidad, pero ayuda". En cierto modo, este dicho puede ser cierto hasta un punto. Pero varios estudios (Gallup-Healthways Well-being Index; GHWB, Gallup, 2008) han demostrado que hay un umbral en los 75.000 $ a partir del cual la felicidad deja de correlacionar con el dinero. Así pues, a partir de un nivel de renta, el bienestar subjetivo de los individuos se ve limitado. Cuanto más comodidades tenemos, estas se convierten en la nueva normalidad y para estar más cómodos y más felices necesitamos más. Por lo tanto, se concluye que los altos ingresos compran la satisfacción con la vida, pero no la felicidad.

En otro estudio, Quoidbach et al. (2010) reportan que las personas con más ingresos muestran una menos capacidad para saborear los pequeños placeres que se nos brindan día a día. A su vez, se ha comprobado cómo las experiencias (dar un paseo por la montaña, saborear una puesta de sol, ir a un restaurante a comer; ir de viaje; una cerveza con las amigas, hacer actividades exclusivas) producen más felicidad que las compras materiales.

Y aunque estos estudios nos den los datos expuestos, no tenemos que rechazar la vida placentera, pero como parte de un conjunto de caminos en nuestro interior por donde llegaremos a ella.

¿Y cuáles son estos caminos?